DESTELLOS DE CONSCIENCIA

DESTELLOS DE CONSCIENCIA

(Imagen creada por los autores de la web)

      Un día de esos que la Esencia requiere atención se percató que en algún punto había perdido el camino. Durante mucho tiempo su senda era dominio de la inconsciencia. Se dio cuenta de que no había objetivo premeditado, ni expectativa. Sin saber a dónde iba era previsible que pudiera acabar en cualquier parte. A cierta edad se cuestionan los sueños y se intenta determinar por qué son sueños. Fluyen incertidumbres, desconfianzas, recelos… El peregrinar pierde su color, no hay nada delante y sólo humo detrás. Quizás, piensa, le confundieron verdades, tal vez, credos de otros, motivaciones difusas, actitudes controvertidas… decisiones equivocadas.

      De pie, valorando sensaciones, emociones, sentimientos, pensó en su andar, disponiéndose a escuchar las estrellas. Llegar a su destino no era sólo una cuestión de deslizarse, ni correr, ni volar. Era ser consciente de que estaba. Arribar podía implicar sobrevolar un sueño, tomar decisiones que podían acercarle o distanciarle de fantasías y certezas. Sus creencias comenzaron a encontrar la esencia del caminar. Fluir, pensar. La Existencia, con sus guiños, afirmaba y negaba, ofrecía y quitaba. En algún punto había inflexiones que cuestionaban paisajes, planeos y vuelos, porque el impulso que imprime la Esencia no es indiferente a la inconsciencia. Cada recodo, cruce, atajo eran una oportunidad. No, no eran mérito del Destino, ni de la Providencia. Era el empuje de la Existencia.

      Cuando se cuestionaba el sendero, la ruta perdía sentido, por eso observaba a su alrededor tanta gente perdida, posiblemente espejo en donde se veía. El encuentro hacía sí llevaba a mirar sin ver, de ahí el sudor en las cuestas. Su tiempo era la oportunidad de sentir el Todo en el Uno. Todo era Energía en infinitas manifestaciones, por eso en su nivel de vibración tenían cabida el desánimo y la exaltación, la duda y la certeza.

      Su consciencia, fruto de su aprendizaje, era la fiadora de su Vida, por ello cada tropiezo, cada éxito, eran su verdad, su redescubrimiento en pos de esos destellos, guiños de la Esencia, insinuaciones al despertar. No le preocupaba si era feliz, o si sobrevolaba peligros. Cerraba los ojos para escuchar el susurro de las estrellas. Su camino, un día, querría ser entendimiento y comprensión, tal día como hoy.

      ¿Cuántas certezas configuran una ilusión?

 




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