─Amuyuni, me preguntaba sobre el gran valor de la escuela. Fui muchos años al colegio y aprendí muchas cosas, pero hoy me pregunto sobre el objetivo de la educación…

─Entiendo tu perplejidad. En la antigüedad las escuelas daban a beber la sabiduría de sus Maestros. Con el paso del tiempo llenaban cabezas.

─No queda muy bien eso de llenar cabezas.

─En su ignorancia básica la sociedad actual no puede aspirar a equilibrar corazones.

─Entonces ¿cuál crees que debería ser el objetivo de la educación?

─El aprender a querernos los unos a los otros.

─Parece simple, pero…

─Piénsalo. Respeto, entendimiento, compartir, ausencia de envidia, de enemistad, de recelo, de resentimiento…

─¿No hay un buen enfoque en la actualidad?

─Todavía no. El conocimiento ha superado la sabiduría. Debería ser el instrumento para mejorar la convivencia. El noble principio del conócete a ti mismo… a través de los demás.

─¿Quién podría enseñar eso?

─Ahí es donde reside la importancia del compartir. Se debería redefinir el concepto de escuela. Hoy en día son lugares cerrados, competitivos, fuerzan ritmos, se tienen poco en cuenta las capacidades individuales… Hoy en día el concepto mercantilista deja en entredicho su valor. Se encorseta, se constriñe la creatividad…

─Quizás algún día los maestros, los profesores, sean filósofos; más enfocados en las personas que en la materia.

─Está un poco lejano ese día ─apunta Amuyuni un tanto decepcionado.

─Quizás el enfoque está pensado para ofrecer herramientas y que cada cual las afile según su expectativa de vida.

─Tendríamos también que redefinir qué es la educación. Todos aprendemos de todos. La comprensión es una estela a seguir. Un maestro decía: "El conocimiento hincha, el amor edifica". ─Probablemente la escuela no enseña para la vida, lo hace para el trabajo…

─Vas entendiendo…

      Un tupido velo dio por terminado el conjeturar. Elucubraciones del debería, habría que.

      ¿Cuántas paredes configuran una escuela?