Extractos.-02-

Extractos.-02-

"Destellos hacia la consciencia"

      Es una parábola en la que se quiere dejar de manifiesto el valor de la consciencia para afrontar el reto de la vida. Las decisiones adquieren valor en función del propósito y las repercusiones. Su protagonista se encuentra, en el peregrinar del aprendizaje, ante una puerta, sin saber cómo ni por qué. La invitación a traspasarla, por el sutil mensaje en ella, es toda una insinuación a la consciencia que debe regir cualquier decisión, lejos de impulsos o subyugación de temores. Intenta analizar, racionalizar ciertos porqués, inducido por el sugerente anzuelo de la insatisfacción. El libro comienza realmente al final, cuando se sondean sueños, apetencias, expectativas, tratando de desentrañar el apego a las ilusiones, dejando paso a un despertar, después de observar la vacuidad de muchos deseos.


      A lo largo de las páginas se nos sugiere adentrarnos en ese compromiso de aventurarse en querer saber para llegar a comprender. Hay preguntas trascendentales que intentan encontrar sentido a la supervivencia, buscando poder anticiparse a los conflictos para evitar el dolor y el sufrimiento. Pueden resultar poco alentadoras las palabras de Napoleón Bonaparte cuando afirmaba: “Sólo hay dos palancas que muevan a los hombres: el miedo y el interés”.

      Buscar el placer y evitar el dolor son las dos motivaciones más importantes en el ser humano. ¿Por qué? La inclinación según qué momentos hacia una u otra tendencia depende de los paradigmas, filtros o creencias que determinan las prioridades y criterios de decisión en cada ser humano.

      Resulta desalentador reconocer que los medicamentos más recetados sean los analgésicos y los antidepresivos. Nos podemos preguntar por qué la neurosis afecta cada vez más a nuestra sociedad. Las continuas contradicciones a las que nos enfrentamos sitúan al deseo como protagonista junto al inconformismo y la frustración que se derivan de no satisfacerlos.

      La idea, adaptada, de la puerta, está basada en el libro “Los principios del iniciado” de Kwan Yin. En el recorrido se hace alusión a los siete Principios Universales, leyes que aportan discernimiento y comprensión para situar en perspectiva la búsqueda de la esencia.

      El conocimiento, aún con sus contradicciones, implica el compromiso de querer comprender para reverenciar la existencia.


“El descubrimiento de uno mismo

no se basa en darse cuenta de lo que es verdadero,

 sino en desprenderse de lo que es falso.”

Paul Ferrini




      En ese universo paralelo, frontera entre la vigilia y el sueño, el Caminante aún es consciente de la necesidad de su búsqueda. Algunas veces entre sus sueños recuerda escenas en las que puede medio volar, planear más bien, a baja altura. En esas leyes que rigen la consciencia… o la inconsciencia, siente la imperiosa necesidad de desembarazarse de lo irreal, aunque sea incapaz de distinguir la frontera. La alucinación, la quimera, ensueño, fantasía, pesadilla… conforman su mundo. Sin embargo, al despertar, recuerda sus vuelos con gozo y satisfacción.

      Resulta difícil entender el soñar; pasar de una realidad a otra es casi siempre cuestión de instantes. Sin un propósito determinado se dejaba mecer por esos planos paralelos en los que se balanceaba, sin conocer sus principios, ni elegirlos.

      “Vive el presente…” resonaba en su mente. ¿En cuál de esos universos? se escuchaba responder. Las preguntas podían abalanzarse para establecer limitaciones, ajustarse a principios, normas, códigos… aferrándose a la supervivencia, aunque sin desearlo en su soñar se supiera inmortal.

      Había tenido destellos de otras vidas, lejos de determinar si pasadas o futuras. El tiempo, la corporeidad, la materia eran conceptos que había aprendido en la escuela; los había aceptado y convivía con ellos. Sus paradigmas eran puestos a prueba cada día, en cada momento. Sabía que estaba desaprendiendo. Muchas enseñanzas cumplían objetivos conformistas, poco comprometidos con la esencia.

      En ese peregrinar por los planos de la existencia se enfrentaba constantemente a retos, encrucijadas en las que la cordura lucha por desasirse, consciente de su simbólico y contradictorio lenguaje.

      Eso que llamaba intuición era el contrapunto frente aquello a lo que se aferraba. Verdades y falsedades fluían y pugnaban entre ellas, intentando escalar un protagonismo contradictorio.

      Una veces era la curiosidad, otras el deseo de enfrentarse a sus miedos, otra la imperiosa sed de aprendizajes. La mayor parte de las veces se deja llevar.

      Arbitrar las batallas entre realidad o fantasía le resulta agobiante, sabe de muchas variables en la existencia que corresponden a factores que están más allá de su control consciente. Su vigilante muchas veces se siente desbordado y el temor aflora.

      Se deja llevar, cualquier ligera odisea ofertaba una oportunidad; las contrariedades a las que se enfrentaba eran parte de las veredas.

      Aparentemente se le ofrecen, presentan… se disfrazan de metas. El reencuentro hacia su esencia dirige sus pasos. La Providencia observa sus pasos y las decisiones objeto de sus inquietudes.

      Últimamente había soñado varias veces que podía planear, como deslizándose a ras de suelo, a baja altura, ante la mirada de sorpresa de cuantos le rodeaban. Se despertaba con la agradable sensación de haber superado algún escollo.

      Aunque considere que la edad tiene correlación con los años cumplidos, algo más allá siente que le reclama. Ha cumplido los cincuenta, intenta desasirse de un vacío que le mina el ánimo. Intenta recorrer el Sendero bañándose en el aprendizaje, porque algo le demanda entendimiento, comprensión. Se enfrenta al requerimiento de cada día con diligencia, pero un cansancio que viene del alma le hace consciente de cargas que le abruman y aguzan el inconformismo.

      Sabía que, muchas veces, ceder era la mejor manera de vencer. Recuerda una y otra vez el proverbio chino que decía: “No puedes evitar que los cuervos revoloteen sobre tu cabeza, pero sí que aniden en ella”.

      Más de lo conveniente se había preguntado cómo conseguirlo. ‘Piensa en algo diferente, desconecta’, se decía… Pero ¿cómo?

      En sus aprendizajes necesitaba un hueco para la voluntad y la perseverancia frente a los embates de los vendavales en campo abierto, muy a su pesar.

      Herencias y testimonios de otros buscadores habían allanado ciertas partes del Sendero. La perplejidad, la duda y quizás la inconsciencia le permitían dejarse llevar, confiando en la Providencia. Pequeños destellos le iluminaban cuando la noche parecía más tupida. Aún así dudaba de sus vigilias, incluso de los descansos en brazos de Morfeo.

      Se debatía entre lo conveniente de tomar las cápsulas de sabiduría que recetaban algunos Maestros y seguir los impulsos del instinto. Recordaba, a manera de báculo, palabras lapidarias de grandes seres humanos del pasado.

      Quería pensar que había motivaciones, como el ayudar, el compartir, el sentirse útil… que, a manera de palancas, podían contagiar un fértil entusiasmo, capaz de arrastrar y hacer llevadera la carga de la existencia en él mismo y en cuantos le rodeaban.


“El guerrero de la luz sabe

que en el silencio de su corazón,

existe un orden que lo orienta”.

 Paulo Coelho




      (…) Despierta dentro de su sueño y una sonrisa aflora, reconociendo la agudeza de la Providencia. El Universo mental, a través del sendero que recorre, le dice que la vida puede ser una ilusión, pero lo importante es saber qué hacer con lo soñado.


“… y cuando viene el sueño

a extenderme y llevarme

 a mi propio silencio

hay un gran viento blanco

que derriba mi sueño”

Pablo Neruda


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