─Amuyuni ¿por qué diría Salomón: "Vanidad de vanidades; todo es vanidad"?

─¿Conoces el cuento, alegoría "El traje del Emperador"? Unos tunantes le prometieron al Emperador hacerle un traje de una tela tan especial que sólo nobles y de corazón puro podrían apreciar. Confiaban en la credulidad y arrogancia para urdir la farsa. No había tal tela, pero sí la necesidad, que no la necedad, de creer…. en la bondad…

─Algo me parece recordar…

─¿Y?

 ─Has mencionado la arrogancia, el aparentar, el fraude, presunción… como base del engaño.

─Si rascas un poco, en realidad te darás cuenta de que al no ver las cosas como son, sino como somos nosotros, vemos lo que queremos, acorde con nuestros deseos.

─¿Apuntas al deseo como origen de la vanidad?

─Vanidad es estirar el cuello para mirar a los demás por encima del hombro. Vanidad es ponerse medallas de gran sabio. Pedantería, inmodestia, engreimiento… Son mecanismos de defensa. Disfraces con los que se viste la vanidad, hermana del descontento.

─Voy captando la idea…

─Vanidad es creer que no se tiene un pelo de tonto y llevar peluca. Así lo resume el refrán: "Dime de qué presumes y te diré de qué careces".

─En realidad es autoengaño…

─Escucho que empiezas a caminar. ¿Para qué blandir el ansia de poder? Los pellizcos de entendimiento te acercan a la verdad de la comprensión.

      La reflexión se abrió camino para alejarse de la autocompasión.

      ¿Hasta dónde puedes disfrazar tus sueños, de realidades?