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“Cuando el amor y la creatividad
trabajan juntos
se puede esperar una obra maestra.”
Ruskin
Cultivar rayos de luz, requería de amor y creatividad.
Su atardecer le había alumbrado los muchos senderos andados, que le hicieron apreciar el brillo en los demás.
Cuando se ponía a reflexionar en sus logros, recordaba que había caído muchas veces, quizás para aprender a levantarse; podía cantar mientras volaba, quizás para demostrarse que confiaba en sus alas. Vivía el silencio, para escuchar el susurro de su alma. Se desprendía de temores, para renacer cada día. Lamía sus contradicciones, para acercarse a la humildad. Evitaba lamentarse, para auparse buscando soluciones. Curaba sus heridas, para comprender a los demás. Practicaba la paciencia, para preparar su espíritu. Reía, para enfrentarse a los desafíos. Evaluaba sus «fracasos» como experiencias de aprendizaje.
Los problemas los asumía como oportunidades para el éxito, los aprendizajes como luces para el camino; los milagros como relámpagos de fe...
Un arte para ayudarse a soñar.
La Ley velaría generando expectativas.
“La primera cualidad del camino espiritual
es el coraje.”
Gandhi
(Extraido del Libro: “Volar sin batir las alas” de Miguel Oller Gregori)
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“No habitamos territorios
sino costumbres.”
Sloterdijk
En el Universo mental al que pertenece Amuyuni el conocimiento es una invitación a abrirse a lo imposible, a lo desconocido.
─Nos encontramos frente a frente, pero somos Uno ─le exhorta Esfinge, al requerimiento de su silenciosa e indecisa evocación.
Durante unos segundos Amuyuni trata de identificar si no está hablando consigo, enmarcando una fantasía, una ensoñación. El sueño y la locura beben del mismo botijo y no por ello dejan de aplacar su sed.
─Acepto tus dudas ─insiste─. Soy Cielo y Tierra. Soy tan antigua como tú. Escrutamos las inquietudes. Nuestra misión es vigilar el proceso. Probar al ser humano, para saber si es merecedor de serle revelados secretos; poderes que lo liberen de la ceguera y los espejismos… de la ignorancia.
─¿Y para qué yo? ─le interrumpe Amuyuni─. No cuestiono tu presencia, ni la esencia del ensueño. Es posible que mi vacío genere el sendero, pero hemos prosperado tanto que recurrimos a cerrar las puertas de nuestras casas para poder sentirnos seguros.
─Mi presencia no justifica tus temores o inquietudes en tu camino. Soy el reflejo de tus recelos, pero también de tus deseos. Simbolizo audacia y prudencia. Por eso acudo a tu llamada.
─¿Mi llamada? Quizás llegues oportunamente, porque lo conocido no me protege del miedo y lo desconocido me inquieta. ¿Dónde encajas tú?
─Soy una entre muchas quimeras que te empujan hacia tu Esencia. Vigilo la huella de tus pasos, pero entiendo que te cueste aceptarme.
Amuyuni escucha, pero desconfía. Hurga entre sus experiencias para encajar un sentido. Removiendo en sus recuerdos evoca lo que oyó contar de alguien que encontró un buitre malherido y lo recogió: Para evitar que muriera o fuese presa fácil de cualquier depredador se lo llevó a su casa en el campo. Allí lo confinó en un pequeño corral de unos tres metros de lado, observando los progresos en su recuperación. Pensó que cuando se sintiera con fuerzas emprendería el vuelo, recuperando su libertad. Pasaron los días y aunque estaba recuperado permanecía en el cercado. Un día observó que intentando levantar el vuelo tropezaba con el vallado, así que le abrió la puerta y al poco contemplaba cómo se elevaba al viento. Algunas aves de alas largas necesitan de una pequeña carrera para poder despegar. Las golondrinas no hacen suelo. Puede que ese fuera su momento en que, como ave, se le estuviera abriendo la puerta, ofreciéndosele la oportunidad de volar, quién sabe hacia dónde.
Piensa que quizás el ensueño era la oferta que le permitiría, haciéndose consciente de su necesidad de elevarse, poder dar una carrerilla y planear.
Esfinge respeta sus silencios; vuelos necesarios al encuentro con su Esencia.
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“Al ir despertando,
los espíritus
nos cantarán sus canciones de amor
directamente al oído.”
Brian Weiss
Amuyuni continúa su diálogo con la Esfinge.
─En el Universo Mental en el que convivimos, la comprensión es una invitación a traspasar el portal de lo “imposible”… ─sugiere Esfinge.
Nuevamente cruzan miradas. La esencia de la sintonía cobra nuevo protagonismo.
Nuestra razón anda buscando excusas para acallar los guiños de la Esencia ─insiste Esfinge─. ¿Por qué? Porque somos lo que pensamos, si no pensamos en quienes somos.
─¿Me saliste al encuentro? Empiezo a considerar que esa Esencia vela mi camino.
─A los veinte años se intenta cambiar el mundo. A los cincuenta se intuye que quizás mejor enmendarse. Cuentan que una vez preguntaron a un filósofo qué era lo que más le sorprendía de la humanidad y respondió: “Las personas, que muchas veces pierden la salud por ganar dinero, que luego gastan en intentar recuperarla… Por pensar ansiosamente en el futuro olvidan detenerse en el presente, de tal manera que no viven ni en el presente, ni en el futuro. Viven acaparando como si nunca fueran a morir y mueren como si nunca hubieran vivido”.
─Entiendo eso. Vamos en busca de lo que llamamos felicidad... Cuando se pone un espejo delante de un gato, se sorprende o se asusta, pensando que es otro. No saben qué es el reflejo y piensan que es otra realidad. Nosotros, empiezo a darme cuenta, vivimos en una burbuja formada por lo que pensamos y el reflejo que vemos es lo que llamamos “realidad”.
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“Es absurdo pedir a los dioses
lo que cada uno es capaz
de procurarse por sí mismo.”
Epicuro
Amuyuni contrasta sus creencias, tratando de reajustar la percepción.
Esfinge respeta tiempos. Pensar es darse la oportunidad para aunar cerebro y corazón. Estaba ofreciendo planeos hacia la comprensión, requería paciencia y perseverancia. Cada consideración era una llave a observar nuevas realidades.
─Consideremos otra perspectiva ─incide Esfinge, para tratar de trazar una línea de pensamiento─. Cuentan que cuando fueron a decirle a una persona que su casa se la acababa de llevar una riada, soltó una carcajada y dijo: “¡Imposible! Precisamente guardo la llave de mi casa en el bolsillo.”
─… No acabo de ver la relación…
─Confía. Un Maestro decía: “El nuestro es un mundo de sombras por el que nos movemos a tientas en la oscuridad”… Abrir… cerrar… entrar… salir… son formas de percibir. Nos aventuramos para dejar paso a la inconsciencia, a la temeridad, a la incertidumbre, a la incoherencia… ¿cómo cerramos esas puertas? Nos abrimos a la alegría, a la determinación, a la congruencia… ¿cómo cerramos esas ventanas?
Esfinge deja unos instantes para que las estelas que le ofrece le permitan explorar nuevos atajos.
─Reconozco actos que no he podido desandar ─le contesta─; decisiones que no he podido acallar…
─Cuentan de un ilusionista cuyos trucos… sencillos… dejaban boquiabiertos: Se le veía con una mano aplastar un huevo entre sus dedos y segundos después, al abrir la mano, aparecer entero…
Un destello necesario intenta abrir camino hacia la coherencia, en busca de entendimiento.
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“Lo mejor que podemos hacer por otro
no es sólo compartir con él nuestras riquezas,
sino mostrarle las suyas.”
Benjamín Disraeli
Amuyuni reconoce sus dudas, como catapultas, para proyectarse más allá.
Esfinge sabe de la duda, del cansancio, del compromiso para aceptar nuevas verdades. Por eso comprende los vaivenes y la bruma en el camino. Cuando la semilla cae al suelo, necesita del arraigo, de agarrarse a la tierra, para poder elevarse al cielo; sabe que el sol, el aire, la tierra y el agua velaran para el equilibrio, camino de su existencia.
─Según miramos… vemos ─incide Esfinge intentando retomar el diálogo, hilo que lleva al ovillo─. El acertijo no es una caja en la que haya indagar sobre el contenido. Abrir… cerrar… sólo son aspectos a considerar según el enfoque… dicotomías de un todo…
─Comienzo a querer entender. Observo que la intención del acertijo no es sólo encontrar la solución. Es sumergirse en la amplitud, sin cerrarse a una respuesta. No se aprende a nadar en una bañera. A veces tomamos consciencia de decisiones que aparentemente son irreversibles. Sin embargo empiezo a entrever que asomarse a la caja en busca del contenido me condiciona a encontrar... El huevo puedo abrirlo… y no sabré recomponerlo… pero será una oportunidad para explorar el contenido… y hacer una tortilla… Romperé la hucha… y quedará abierta a una intención que me lleva a satisfacer otra.
Instantes para la reflexión se interponen, no tanto por encontrar respuestas sino por indagar en motivaciones, deseos y prioridades. Sondear interrogaciones implicaba acercarse a creencias y verdades, para comprender ciertas realidades. ¿Comer del “árbol de la ciencia del bien y del mal”?
Amuyuni deja flotar la pregunta y se adentra en su alma a través del silencio.
(Extraidos del Libro: “Hacia la sintonia con la esencia” de Miguel Oller Gregori)
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