¿PENSAMOS EN LO QUE SOMOS O
SOMOS LO QUE PENSAMOS?
Sin ánimo de ponernos a filosofar a veces nos preguntamos quiénes somos. ¿Y para qué nos lo preguntamos?
Podemos coger las alas de otros, pero no podremos volar; ponernos unas alas y comenzar a batirlas, pero no nos acompañarán las fuerzas.
Se decía en un chiste:
─ Entonces, tú y yo ¿qué somos?
─ Pronombres.
─¿Y nosotros?
─ También.
Soy un… Me gustaría ser… No voy a ser…
De todas maneras, apenas podemos evitar ser nuestros miedos, creencias, ilusiones, expectativas, inquietudes, desvelos, esperanzas, actitudes, preocupaciones… Somos demasiadas cosas como para encasillarnos, sin embargo aunque pensemos en lo que somos no podemos obviar que somos lo que pensamos, pero poco pensamos en lo que somos y menos en si somos lo que pensamos.
"Dime con quién andas, y te diré quién eres", le decía Don Quijote a Sancho Panza. "Dime lo que piensas y te diré quién eres", se suele afirmar. "Dime qué te preocupa y te hablaré de tus temores". "Dime de qué presumes y te diré de qué careces".
"Soy como soy, no como tú quieres que sea", incidía Cecilia Curbelo. "Yo Soy el que Soy", dicen que le dijo Yahvé a Moisés. "No me pregunten quién soy, ni me pidan que siga siendo el mismo", insistía Michel Focault.
Se dice que Platón, el filósofo, definió en una ocasión, seguramente no muy afortunadamente, al ser humano como un "bípedo sin plumas", a lo que Diógenes de Sínope, respondió desplumando un gallo y diciéndole: "Este es tu hombre".
Se cuenta que Alejandro Magno, después de conocer a Diógenes dijo algo así como que si no fuera quien era, le gustaría ser como Diógenes, el cínico.
Seguramente no somos como creemos ser, sino a lo que estamos habituados. Aunque somos más de lo que creemos y asomarnos al abismo genera vértigo. Quizás es preferible vivir en el error, que aventurarse a encontrar la verdad y aceptar que no nos gusta, por la responsabilidad de tener que afrontar los cambios que comportaría ser coherente.
"Conócete a ti mismo" figuraba en el pronaos del templo de Apolo en Delfos, quizás sugiriendo mirar adentro, antes de entrar en el templo, buscando afuera. El autoconocimiento clama el despertar. En la sala donde se hallaba la Sibila, para revelar los oráculos, ese futuro que algunos consultaban para tomar determinaciones, podía leerse la siguiente inscripción: "Te advierto, quienquiera que fueses tú, que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no se halla dentro de ti mismo aquello que buscas tampoco podrás hallarlo fuera (…)".
Los caminos hacia en entendimiento están abiertos, en el camino de Confucio, también C. Jung afirmaba: "Todo lo que nos irrita de los demás puede conducirnos a la comprensión de nosotros mismos". "Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas", concluía Blaise Pascal.
"La vida de cada hombre
es un camino hacia sí mismo,
el ensayo de un camino,
el boceto de un sendero."
Hermann Hesse
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