¿PENSAMIENTO LINEAL?
En nuestro modelo de pensamiento lineal, desembocamos en dualidades o dicotomías, incluso paradojas. La manera de simplificar la toma de decisiones nos lleva a determinar opciones aparentemente contrarias. Así pensamos en grande-pequeño, bienestar-malestar, bueno-malo… Por concretar nos centraremos en suerte-desgracia, dicha-desdicha, éxito-fracaso, fortuna-ruina…
Hemos oído refranes, sentencias, que intentan acotar un sentido: “La suerte es loca y a cualquiera le toca”; “la suerte de la fea, la guapa la desea; “amor y fortuna, resistencia ninguna”; “al saber llaman suerte”. Debatiéndonos entre dualidades, que resultan excluyentes: “o… o”. Generalizamos tomándonos como referencia, pensando que si algo es bueno para mí, es fortuna, por el contrario, desgracia. Si algo cumple mis expectativas es éxito, si no fracaso. La mayor parte de las veces queda en algo superficial, manido, simplón. “Deseando bienes y aguantando males pasan su vida los mortales”, reza el refrán.
La premura, la impaciencia, la incertidumbre, nos incita a decisiones precipitadas, haciendo juicios de valor endebles y poco fiables.
Se cuenta de un primer ministro al que se le conocía por una coletilla que sentenciaba muchas de las situaciones en la vida ordinaria. “Es para bien”, solía afirmar. Una vez, el rey, al que servía, se hizo accidentalmente un corte de consideración en un brazo. El ministro, allí presente, en su habitual apreciación, sentenció: “Será para bien”. El monarca, que nunca había acabado de entender esa filosofía, se indignó y en su arrebato ordenó que lo encerraran en la más lejana, lóbrega y profunda mazmorra, como así se hizo. A los pocos días hubo un levantamiento, con éxito, para destronar al rey. Detenido, pensaron en sacrificarlo a los dioses como ofrenda por la victoria. Al observar el brazo vendado descartaron esa opción, por cuanto un sacrificio, según costumbre, debía carecer de defecto. Así que optaron por el primer ministro. Lo buscaron en todos los rincones de palacio y al no encontrarlo pospusieron tal evento. Tres días después otro levantamiento restituyó de nuevo al monarca. Fue entonces cuando recordó la frase de su fiel ministro, ordenando, con toda la consideración, que se le restituyese en su cargo.
Aproximándonos a una moraleja diríamos: “Lo que es reflejado por el espejo no es la totalidad de lo que somos”, por eso la realidad es etérea.
La Providencia, con ese determinismo indeterminado, ofrece su paraguas para resguardarte del sol o… de la lluvia, si lo aceptas. Su prodigalidad es proverbial si sintonizas. Suerte o desgracia, éxito o fracaso, son fruto de las expectativas, conformando la realidad que nos acomoda. También la adversidad es motivo de prosperidad.
“Cuentan de un sabio que un día/ tan pobre y mísero estaba,/ que sólo se sustentaba/ de unas hierbas que cogía./ ¿Habrá otro, entre sí decía,/ más pobre y triste que yo?/ y cuando el rostro volvió/ halló la respuesta, viendo/ que otro sabio iba cogiendo/ las hierbas que él arrojó.”
“La vida es sueño”, Calderón de la Barca
“Feliz es el hombre que aprende temprano
el amplio abismo existente
entre sus deseos y sus facultades".
Goethe
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