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“Vive como si fueras a morir mañana.

Aprende como si fueras a vivir siempre”.

Mahatma Gandhi

 

      ─Respira hondo ─le aconseja Esfinge. Deja que la calma te cubra. Sólo entonces la intuición te habla el lenguaje del alma. “Escucha al viento… que inspira. Escucha al silencio… que habla. Escucha al corazón… que sabe”, reza un proverbio indio americano.

      ─Despacio vengo, porque deprisa voy.

      ─Valoro con deleite tu predisposición.

      Un prudente lapso teje un suave velo, tras el cual Esfinge vuelve a incidir, no tanto por apremiar como por ofertar nuevas visiones de realidades que rondan planos paralelos. En la radio se mueve el dial para poder sintonizar con la frecuencia en la que emite la emisora deseada.

      ─Hay veces que lo evidente deja paso a lo inverosímil… Se cuenta que el famoso gran maestro de ajedrez y subcampeón del mundo en 1951, considerado como un maestro táctico y de un notable genio creativo, en una ocasión tardó cuarenta minutos en realizar su primer movimiento, ganando a pesar de ello la partida. Cuando muy sorprendidos le preguntaron por el motivo de tal inusual comportamiento, respondió quitándole importancia y sin dejar de mirar el tablero: “Estaba pensando dónde había puesto las llaves de mi casa”.

      Amuyuni se evade momentáneamente, tratando de encontrar la conexión, tras la sonrisa que ha aflorado. Conviene en que hay situaciones que no responden a la lógica convencional. ‘Lo diferente es etiquetado de original y hasta de locura, pero es aceptado como parte de la creatividad. Romper arquetipos, tamizar evidencias, dudar de realidades forma parte del desapego, del desaprender’, piensa. Después de estas necesarias reflexiones, decide también compartir estas formas de… ¿pensar?


 


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“Lo que nos produce desasosiego

es la manera de preocuparnos.”

 

      ─Una madre tiene seis hijos y cinco patatas. ¿Cómo podría repartirlas a partes iguales? Evitando fraccionarlas. Piénsalo tranquilamente.

      ─Resulta evidente que no tocan a una. ¿Cómo se reparten? ─Se rinde Esfinge después de un breve paréntesis de reflexión, aunque parece entrever la dirección de sus razonamientos.

      ─Nadie ha dicho que haya que comerlas crudas.

      ─¿En puré? Daba por sentado que…

      ─Las palabras pueden ser engañosas ─le interrumpe Amuyuni─. Los acertijos, las encrucijadas del camino, requieren librarse de las orejeras “asniles”. El razonamiento bebe de aparentes evidencias, aunque no tenga sed. El pensamiento cree necesitar del báculo de la razón para dar fe de su sendero. Evidente no es todo aquello que no requiere discusión…

      ─Me asombras. Parece que me esté escuchando a mí. No olvido que “enseño” lo que yo necesito aprender, pero el ensueño al que pertenecemos nos recuerda que compartimos vigilia y sueños.

      Amuyuni intenta sacar factor común de cuanto comparten.

      ─Siguiendo tu senda ─continua Esfinge sacándolo de su abstracción─ ¿Serías capaz de transportar agua con un colador?

      Amuyuni se le queda mirando, levanta los hombros, sin acabar de entrever el propósito de la pregunta.

      ─Parece incompatible aceptar dos realidades que se contradicen, aunque según el entendimiento puedan ser reconciliables ─le contesta. ─Pero así, sin pensar, no veo cómo, creo que no, no sería capaz.

      ─Piensa un poco…

      ─Nada hay imposible. Que no demos con la solución no quiere decir que no exista. Julio Verne decía que lo que un ser humano fuera capaz de imaginar otro lo llevaría a la práctica…

      ─Creo que vas entendiendo…

      ─No acabo de dar con la manera ─comenta de nuevo Amuyuni después de unos instantes.


 


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“Podemos evitar que la racionalización

no prevalezca sobre la racionalidad.”

 

      ─El procedimiento lineal de pensar es lo que condiciona dar con la solución. Aceptas que el agua es líquida, pero no deja de ser curioso que dos gases como el hidrógeno y el oxigeno, conformen un líquido… a cierta temperatura… un sólido… o un gas…

      Amuyuni escucha un susurro de su subconsciente: “Ten presente que tus creencias están construidas sobre tus aprendizajes y viceversa”.

      ─El agua en estado sólido no deja de serlo. Visto así… podría ─le contesta.

      Esfinge no insiste más sobre el tema. El testigo ha sido recogido. ‘Se pueden aceptar debilidades en las formas de pensar, pero es desdeñable intentar justificarlas’, se recuerda.

      ─Una persona ─comenta Amuyuni, al respecto del error de no dar de primeras con la solución─ va a reclamar a la tienda, en la que suele comprar, que le habían cobrado de más. A lo que la dependienta le dice: “Es curioso, pero acabo de recordar que, repasando mis cuentas, anteayer le cobré de menos y no dijo nada”. “Es que un error lo paso, pero dos ya no”, le contestó alterada.

      ─Pocos dudan de que las gallinas pudieran volar… si no estuviesen tan… “domesticadas” ─le responde Esfinge.

      ─Cuesta aceptar que lo que nos lastra es la falta de flexibilidad mental… o el orgullo… o la vanidad… Preguntarse por qué es tratar de averiguar dónde se perdió el rumbo…

      ─Vas comprendiendo ─le ratifica Esfinge─. Se cuenta que Fidel Castro, el dirigente cubano, pronunció ante las Naciones Unidas en septiembre de 1960 el discurso más largo del que se tenga noticia: cuatro horas y veintinueve minutos. Al final sólo los representantes cubanos quedaron en la sala…

      ─Convengo contigo. Muchas veces la intención no va de la mano, de lo conveniente, por eso nos lleva a despropósitos. En otro contexto más positivo recuerdo que me contaron cómo despistó a sus perseguidores un ladrón nocturno: Al llegar a un campo de naranjos, medio fangoso, se le ocurrió, para distraerlos, que podría ganar unos instantes entrando en él caminando hacia atrás. Lógicamente, pensó, ellos convendrían en que habría salido por allí, al observar las huellas, cuando en realidad se estaba alejando… de espaldas.

      ─Flexibilidad mental. Estamos en sintonía.

      ‘Los vaivenes en la comprensión siguen la luz de la atención cuando la intención sigue los dictados de la Esencia’, se dicen.

 


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“El verdadero guerrero es invencible

porque no lucha contra nadie.

Vencer significa derrotar la idea de disputa

que albergamos en nuestra mente.”

Morihei Ueshiba

 

      Amuyuni recapacita. Intenta centrarse de nuevo en el acertijo, aún a pesar de las “distracciones”.

      ─¿Serías capaz de transportar aire… con un colador? ─le asesta Esfinge, intentando romper sus esquemas mentales una vez más.

      Amuyuni atiende al requerimiento, visualiza la situación. La cataloga de capciosa y un torrente de preguntas intentan contextualizarla: ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué propósito tendría transportar algo que ya está a tu alrededor?

      ─Estás buscando motivos. Yo sólo requería posibilidades.

      ─Imagino que Sócrates iba buscando por qués, intentando acercarse a conceptos sobre el lenguaje utilizado. Creo que he intuido el motivo de tu pregunta: Somos Uno; hemos vuelto al inicio de nuestra plática. Intentamos buscar seguridad fiando de nuestros razonamientos, generando expectativas.

      Esfinge guarda silencio. El aserto de Amuyuni está marcando un final. ‘Quizá ha llegado el momento de recapitular’, piensa.

      ─Amuyuni, en tu ensueño hemos compartido el sendero, por eso he guardado el acertijo anterior para establecer una conclusión. Demandas volver la vista atrás, para reconsiderar lo andado y levantarla de nuevo para escrutar hasta donde alcance…

      ─No hemos dado respuesta al acertijo ─le recuerda, como queriendo eludir ese final que presiente.

      ─La encontrarás entre las reflexiones que todavía quiero compartir: “Caminante, son tus huellas el camino y nada más…”, decía el poeta. “Tus huellas”.

      Esfinge le mira de nuevo requiriéndole atención y silencio. Todo final no deja de ser un principio, para rumiar nuevos entendimientos.

      ─El famoso teólogo estadounidense Reinhold Niebuhr, de la iglesia evangélica, allá por 1943, en plena segunda Guerra Mundial, fue quien escribió: “Dios, concédeme Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el Valor para cambiar las cosa que puedo cambiar y la Sabiduría para conocer la diferencia (…)”. Más de lo conveniente observamos la sombra pensando que son el objeto. Aprendiendo se acepta que le falta color y resulta indefinida. Entendiendo nos acercamos a que es la proyección de algún elemento al incidir la luz sobre él. Hay veces que un pequeño objeto arroja una sombra mucho mayor y capta tu atención, al comprender observas de dónde procede y ves el emisor, junto a la luz que lo proyecta. Sombra, objeto y luz conforman un Todo.


 


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“Abrir el camino a la incertidumbre

es algo que al ego le cuesta aceptar,

pero es la única vía para entrar

en el mundo del mago”.

Deepak Chopra

 

      Pequeños paréntesis de silencio se intercalan, ofreciendo un tiempo para masticar a pequeños bocados.

      ─Aunque no seamos conscientes de nuestras trasformaciones en el devenir de la vida, a igual que con las mariposas acontecen metamorfosis... Desde que el lepidóptero adulto pone los huevos hasta la eclosión transcurre un tiempo en el que la larva espera pacientemente el momento oportuno para dejar el cascarón. Aguardará que la primavera haga brotar las primeras hojas dejando el rigor del frio atrás. Abrirse a la vida requiere disposición y entrega. Dentro del huevo, depositado bajo una hoja, la futura mariposa no tiene conciencia de lo que le deparará la existencia; fía del instinto y vive el presente. Llegado su momento la larva se abre paso a través del caparazón, que durante un tiempo le ha preservado de los rigores del clima y comenzará su viaje buscando comida. La esencia de su unidad permanece, pero pronto advierte que se le han abierto otras expectativas y contempla el mundo como una dualidad: ella y lo que le rodea. Así surge la ocupación, el hambre… busca mimetizarse para pasar desapercibida y… se entrega a comer, viviendo el momento. Cuando nosotros los seres humanos comenzamos a dar los primeros pasos los recelos y temores comienzan a cobrar forma. No obstante la esencia reclama, aunque se vive la limitación. La oruga siente la llamada de la transformación y… continúa comiendo. El temor que anida en su diminuto cuerpo es el vigilante que le advierte de posibles riesgos y amenazas. Parece una lucha contra el tiempo. En su desarrollo muda la piel varias veces; su exoesqueleto es rígido y necesita desprenderse de él, adaptarse a su nueva constitución. El deseo le impulsa a seguir comiendo. Nosotros también nos movemos impulsados por el deseo y muchas veces lo disfrazamos de necesidad, justificando el valor que le atribuimos. A igual que la larva procuramos, a lo largo de las mudas, acaparar protección, poder, fortuna, fama… y recelamos de la providencia… El gusano, al crecer lo suficiente, según el dictado de su instinto, de su esencia, cumplido su tiempo, deja de comer, busca un lugar recogido y discreto para empezar a construir su capullo. Nosotros en esta etapa intuimos la transformación, la metamorfosis, y empezamos a reconsiderar la sintonía con la esencia y abandonamos lo material; sentimos que el temor no depende de las amenazas externas, sino de una disposición de la mente, aceptando el siguiente paso en la evolución. La protección temporal, lejos de otros intereses y distracciones vela. Encerrado en él es crisálida… ha comenzado una nueva trasformación que le llevará a su morfología definitiva. En su envoltura la existencia establece su ritmo. Comer ya no es una preocupación, dejará que el tiempo obre su milagro. Ha cambiado sus prioridades, sus rutinas, sus objetivos… otras determinaciones la dirigen. Su esencia le lleva a aceptar el cambio; ya no necesitará reptar. En su individualidad desplegará su potencial para emprender el vuelo, alzándose a descubrir las flores, explorar nuevos sabores, insólitos paisajes. La esperanza es simplemente fe en el proceso… Empieza a impregnarse de otro poder: el de la implicación en otra realidad. Antes mordía, cuando abandone su cápsula podrá deleitarse con el néctar de las flores. Mientras su transformación se completa está replegada abandonando su anterior ”yo”. La esencia le brinda la sutileza del cambio. Poco a poco se advierte el camino… Su metamorfosis se completa y la mariposa debe abrirse paso al mundo, respirar aire nuevo… Ha muerto una personalidad y ha quedado abierto un nuevo escenario. Dispondrá de mayores opciones a redescubrir diversas formas de mirar. Su apego a las hojas será sólo recuerdo. Siente que ha llegado su momento y comienza a desplegar las alas. Nuevos milagros de la vida le dan la bienvenida. Al volar, elevándose al cielo nuevas energías le asisten. Se siente impregnada de un nuevo poder: el de ofrecerse a otra realidad. El antes y el ahora se han integrado. Irá en busca del néctar, no tiene necesidad de demostrarse nada, ni de recordar su pasado; su confianza en el proceso la ha llevado al ahora. Su deseo es tributo a la existencia. Su recién estrenada condición la elevará con facilidad del suelo. Siente que se le brindan singulares opciones; forma parte de un nuevo propósito…

      Amuyuni entiende lo simbólico de la parábola y se la resume en su mente. Su Esencia le ha sugerido sutilmente estrategias para sobrevolar a través del pasado sin re-sentimientos, y planear con la mirada puesta en el futuro sin pre-ocupación. No necesita atrincherarse en su envoltura; llegó al punto de desplegar sus alas, permitiéndole sentir la ligereza de sus pensamientos desvinculándole de deseos disfrazados de necesidad. Siente una nueva conciencia. Es momento de dejarse acariciar por el sol y beber el néctar que se le ofrece. Deja paso a lo que le retenía al suelo: los prejuicios, la culpa, el temor… Vive el presente, nuevas energías le asisten. Se siente impregnado del poder de la comprensión. Comienza a deleitarse siendo Uno, integrado en el Todo.


 


(Extraidos del Libro: “Hacia la sintonia con la esencia” de Miguel Oller Gregori)

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