PARTIDA DE AJEDREZ
(Imagen creada por los autores de la web)
Amuyuni, como aprendiz, decide jugar una partida de ajedrez consigo. La otra parte no se ha presentado. Prepara el tablero, cuadro blanco a la derecha. Jugará con blancas. Decide explorar qué se puede hacer cuando se sabe de antemano lo que trama la otra parte. Le gusta concienciarse del valor de las decisiones. El Rey aunque pieza clave, es la Unidad con el resto de piezas lo que le fortalece y se deben hacer concesiones para obtener ciertas ventajas. Ser consciente del propósito no es suficiente, se requiere estrategia, pensar antes de obrar. El conjunto está sometido a decisiones. No hay confrontación, ni lucha, ni adversarios, sólo equilibrio de prioridades y propósitos. Cada apoyo, cada refuerzo, puede resultar decisivo. Los aciertos deben prevalecer sobre los errores. Apertura, defensa. No hay lamentos, ni culpabilidades. Sabe del poco valor de mover lo primero que se le ocurra. Ecuanimidad, límites. La precipitación será una poderosa adversaria a considerar. La arrogancia le puede arrastrar a infravalorar el juego de las negras. Sus mejores armas son la buena disposición para el disfrute y la satisfacción de haber mesurado sus fuerzas, calibrando la profundidad y el alcance de sus jugadas, no del resultado final. Cada pieza, con su potencial, es clave. Los peones, a pesar de su escaso protagonismo inicial, suelen ser grandes apuestas para la "victoria".
El objetivo en suma es aprender serenidad, sosiego, calma, atención. Observará su respiración, indicativo del estado de relajación. Sea cual fuere el resultado, sin nada que perder, le quedará hacer balance, haciendo hincapié en los derroteros de la imprudencia, de la impaciencia, de la atención, del alcance de sus valoraciones. Ni victoria ni derrota, sólo juego y entendimiento.
¿Dónde está el límite del pensamiento?
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