Rumores:

      Como ruidos confusos de voces, continuos, apagados, los rumores, como gotas de agua, van, por insistencia, haciendo mella. Su procedencia es confusa y como una malla va extendiendo su red. El contraste entre el claro y el oscuro intentan restar importancia, pero inexora-blemente la maraña ensombrece el paisaje. Los rumores tienen un toque de inocencia, representado por el azul. El rumor tiene un trasfondo indefinido, son las pequeñas ventanas que flotan en todo el cuadro. Invaden el espacio, adquieren un protagonismo anónimo, con disimulo, opacando las relaciones. Están en todas partes. De diverso origen pero de similar magnitud, son insistentes, difusos, solapados. Desde arriba, extendiéndose por la misma fuerza de gravedad, van entretejiendo su filamentosa carga, enmascarados, encubiertos, aprovechando el momento para que el volumen mismo cumpla su tortuoso papel, oscureciendo cuanto tocan.

Gobierno:

      Como en el cuento de “Las habichuelas mágicas” unas enredaderas de apariencia inocente se van elevando por encima del paisaje. Las volutas, sin distinción de tamaño o lugar, no tardan en ser atacadas, como por parásitos. Aunque el trasfondo pretende ser armónico, representado por formas redondeadas, el contraste entre las formas curvilíneas y las rectilíneas de las coronas no deja de sorprender; su color azulado quiere restar importancia a la imposición, cobrando un protagonismo contradictorio.

      Las plantas, las volutas, representan el gobernar, el sobrevolar con equilibrio la contradicción de ascender, desafiando la gravedad. El gobierno, falto de colorido, aunque con un intento azulado de tranquilidad y sosiego, representado por un monocolor, pretende ejercer su control, sin demasiada alegría, representado por coronas poco creativas y estereotipadas. Cada voluta es un plegar de cabezas, intentando elevarse. Todo el conjunto representa una parábola del arte de gobierno.