─Amuyuni, voy a estar unos días fuera. Marcho de turismo a París. Un par de semanas.

─Eso está bien. No he estado es esa ciudad, pero algo conozco.

─Me hace ilusión. Conocer. Descubrir las alabanzas de los viajeros. Costumbres. Lugares.

      Amuyuni hace tiempo que cambió el viajar hacia afuera por el descubrir adentro. Por eso guarda un instante de silencio.

─Hay muchas formas de viajar ─retoma Amuyuni.

─Sólo probablemente es huir de la rutina.

─Recuerda que no verás las cosas como son, sino como eres tú. Dis-tracciones no te faltarán.

─He generado algunas expectativas. Espero cumplirlas.

─¿Cómo por ejemplo?

─Contrastar lugares. Valorar costumbres. Nutrirme de la belleza y magnificencia de esos lugares…

─Notables objetivos, siempre que el conocimiento no supere a la sabiduría.

─No entiendo muy bien…

─Debe haber un equilibrio entre el viajar hacia afuera y el hacerlo hacia adentro. Dime de tus distracciones y te diré de qué te escondes.

─Creo que mirar afuera ayuda a entender adentro.

─Cierto. El buscar el equilibrio, entre la mente quieta y la mente inquieta, es poner el entendimiento como testigo. Ten en cuenta que la belleza, o lo que opines sobre ella, es una forma de comparar, según la intención de quien contempla.

─¿Algún consejo?

      Amuyuni prefiere guardar silencio sabe que los propósitos siempre van de la mano del deseo y éste es caprichoso, inconformista y revoltoso.

      ¿En cuánto estimarías el coste de viajar hacia dentro?