(Todas las imágenes que se muestran han sido dibujadas por los autores de la web.)
Apegos:
Desde el momento de nacer hacemos una diferenciación: yo y otros. Al no sentirse completo nacen los deseos, a veces disfrazados de necesidad. Entre las motivaciones más apremiantes se encuentran el buscar el placer y evitar el dolor. En la búsqueda del placer se buscan experiencias placenteras, reconocimiento, fama… No es el hecho en sí lo que encadena, sino el hábito. Dos esqueletos están encadenados, un tercero asoma curioso al mundo del “placer”. El cigarrillo simboliza el deseo, las cadenas el apego. El hábito se enlaza con la ley de economía: máximo rendimiento-mínimo esfuerzo. Lo que podría ser un ejercicio de libertad se convierte en una esclavitud, pensando que se persigue la felicidad (como suma de placeres y bienestar). Por las cabezas se difumina su esencia, como humo, sin consistencia. También los apegos intentan sustraerse al dolor, buscando el placer. El esqueleto representa haber perdido la conexión con la Esencia. A la izquierda como tutelando un proceso, el “trisquel”, un símbolo mágico, que representa el equilibrio entre alma, mente y cuerpo, como referente. En el instinto de supervivencia se ignora el equilibrio y la alienación que representan las cadenas cobra protagonismo. El humo que se desprende del cigarro representa el argumento que atenaza voluntades y mantiene el apego. El esqueleto arrodillado representa la subyugación. El apego persigue espejismos y espanta libertades.
Sueños:
El simbolismo en este dibujo recrea un conjunto de creencias que quedan reflejadas por el libro del cual parten, llevadas por los vientos del designio y del deseo, las hojas. Las páginas en su conjunto recogen apetencias, aspiraciones, ilusiones, esperanzas, credos… Van desde la izquierda, que representa el pasado, hacia la derecha que representa el futuro. Por eso son sueños, porque elevados por los vientos, parecen volar, pero sólo es flotar, es transitorio, mientras el capricho de la brisa o del viento se digne en soplar. Hay ideales, esperanzas y sutiles deseos. Por separado o en conjunto intentan configurar la necesidad de querer darles importancia, elevarse al cielo, remontando incertidumbre y desconfianza, aunque se sepa de su fragilidad al caer al suelo, porque su esencia es elevarse del suelo. Algunos parecen desintegrarse (como el que aparece a la derecha). Apelotonados, intentando mantener su integridad, pero igualmente son juguetes del viento, movidos por a saber qué intereses, qué motivaciones, qué prioridades, qué credos y creencias. Etiquetados como sueños, pueden perseguirse, rogarles, llamarles. En su esencia también representa, como la caja de Pandora, cuando todos los males escaparon, quedando solo en el fondo la esperanza, la ilusión, el deseo que engendra los sueños, haciendo honor al refrán: “Nada es verdad, nada mentira. Todo es según el color del cristal…” con que se elige mirar.
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