Refl.-86-/-90-

Refl.-86-/-90-

-86-

“Creo que, más que cualquier otro cosa,

son nuestras decisiones

    y no las circunstancias de la vida,

las que determinan nuestro destino.”

 Anthony Robbins

 

      Amuyuni se reconforta con esas prudentes palabras. Sacudidas en el ensueño para despertar la Esencia. Recuerdos controvertidos le zarandean; circunstancias de decisiones en el sendero. Beber del libro de la vida para reconsiderar cada recodo, cada vivencia. Comer del árbol de la existencia por si la Parca llamara hoy a su puerta.

      ─Aunque los pies sean diferentes sirven a un mismo cuerpo. Aunque los dedos sean desiguales coordinan una misma función ─le insta Esfinge.

      Amuyuni no alcanza a ver la relación, pero su subconsciente sigue procesando información.

      ─El presidente Kennedy dijo al respecto algo que, desde la altura permite divisar un espléndido paisaje ─insiste Esfinge─. “Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas”.

      ─Interesante visión ─apunta Amuyuni levantando las cejas ─. Las diferencias, las dualidades, sólo son una forma de mirar, de juzgar… prejuicios.

      Recordaba que un reciente temporal de nieve había tumbado pinos de considerable grosor y destrozado innumerables troncos y ramas. ‘La flexibilidad sirve al propósito de la supervivencia’, se dice, ‘aunque el peso doblegue su resistencia’.

      ─Aunque los pies ─observa Amuyuni ─sean diferentes siguen el mismo camino que las piernas. El que una se adelante a la otra al andar no quiere decir que el orgullo las dirija.                             

      Esfinge trata de darle un pequeño empujón, pero sin facilitarle pistas directas, para que llegue a la resolución del acertijo por méritos propios, apostando no tanto por el enigma como por el propósito de buscar un acercamiento, con serenidad y determinación.

 

-87-

“Tres cosas entorpecen tu alma:

negatividad, juicio y desequilibrio”.

Wayne W. Dyer

 

      ─La diferencia entre “cordura “ y “gordura” es… una letra. ─le dice Esfinge mientras esboza una sonrisa, intentando darle un toque de humor.

      Ambos se sumergen durante minutos en la quietud del silencio, para intentar reconsiderar lo complejo de lo sencillo. Amuyuni recuerda el invento español del lavasuelos o cubos de rodillos; posteriormente la fregona, exportada a más de cuarenta países. Su inventor Manuel Jalón Corominas, ingeniero aeronáutico, allá en 1956, durante una estancia en Estados Unidos observó cómo los hangares se fregaban mediante un cubo de rodillos y una mopa plana. Idea que materializó añadiendo un palo largo para evitar tener que fregar de rodillas. Resulta increíble que se tuviera que llegar a mediados del siglo XX para materializar tan reconocido adelanto.

      Esfinge no puede menos que asentir con ligeros vaivenes de cabeza: lo sencillo se desestima por simple.

      ─En otro contexto ya lo decía el famoso escritor Francisco de Quevedo: “Lo mucho se vuelve poco con sólo desear un poco más.” ─le reafirma.

      Amuyuni escucha, gira la cabeza, levanta las palmas de las manos hacia arriba y también asiente con pequeños cabeceos. Sabe que las motivaciones que obran acciones nacen imaginando otras “verdades”, en sintonía con la esencia. Intenta resumir los acertijos propuestos, para extraer un factor común. Pero los traqueteos hacia la consciencia se cobran su tiempo. Un saco lleno de agujeros pesa menos que uno vacío. Las trapas de las alcantarillas se hacen circulares para evitar que se caigan dentro, como podría ocurrir si fueran cuadrangulares. Imaginar, piensa, ya es crear.

 

-88-

“No hacen falta pies

para bailar.”

Sudha Chaudran*

*Bailarina de la India, que tras amputarle una pierna, con una prótesis volvió a la danza, llegando a estar de nuevo en la cumbre.

 

      Esfinge después de lo momentos de reflexión y de necesaria introspección vuelve a incidir en la dinámica de las decisiones.

      ─Nuestro deseo de saber no es pura supervivencia, pero nuestras autolimitaciones buscan respuestas. Demóstenes, el célebre griego, decía: “No hay nada más fácil que el autoengaño. Ya que lo que desea cada hombre es lo primero que cree”. Debes ser pues consciente de lo que deseas y reducirás tus inquietudes. Muchas veces los deseos se disfrazan de necesidad. Lo aprendido a través de la sociedad, la religión, la escuela… genera un patrón de mirar que condiciona la manera de ver, de pensar y la de creer, generando deseos incoherentes. Las creencias crean… deseos y ellos se disfrazan de necesidad para acallar eso que llamamos conciencia. Los deseos nos mueven ¿hacia dónde? Esa es la cuestión. Siempre queda la libertad, la posibilidad de elegir. Ciertos deseos llevan al apego, porque intentan susurrar seguridad; administrarlos con ecuanimidad es caminar hacia la comprensión.

      Amuyuni intenta recordar algún momento en el que ese apego indiscriminado, que comenta Esfinge, le ocasionó desengaño y desilusión y lo consigue. La sensación de decepción y de sentirse perdido le perseguía hasta que conseguía digerirlo, encauzándolo como un apego innecesario, confirmando que una cosa es desear y otra creer que irremediablemente es necesidad.

      ─Cuentan ─continúa Esfinge─ que cuando Arturo Toscanini, el famoso director de orquesta, cumplió ochenta años un periodista preguntó a su hijo qué obra consideraría su padre como la más importante de su vida. Contestando que para él lo más significativo era lo que realizaba en cada momento, por tanto probablemente no hubiera tal obra.

 

-89-

“El equilibrio mental consiste

no en saber lo que quieres,

sino en comprender

lo que no necesitas.”

 

      Esfinge cree que ponderar el deseo requiere sensatez. Fomentar el apego es aferrarse a creerlo necesario. Por ello tras un prudente intervalo le propone a Amuyuni un séptimo y último acertijo, a lo que accede agradecido. El conocimiento es el padre de la compasión y la misericordia. Cada ser humano tiene unas motivaciones y unas prioridades.

      ─“Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho.” decía Antoine de Saint-Exupéry, el autor de “El Principito”.

      ─Observo que te apoyas mucho en las citas para reforzar tu argumentación ─dice Amuyuni.

      ─Simplemente insisto en que grandes maestros nos han precedido en nuestra unidad. El reconocimiento de su legado es seguir su estela y testimoniar nuestro agradecimiento, como habrás observado. Recuerdo sin embargo las palabras de Salomón al incidir en: “No hay nada nuevo bajo el sol”… aunque nada dice de caminar bajo las estrellas.

      ─Creo que es fruto de la causalidad el que este ensueño nos permita compartir una unidad ─afirma Amuyuni. ─Considero que es por ello por lo que Pío Baroja apuntó: “Los hombres que conocen el corazón humano, dicen, probablemente con razón, que la edad más romántica, más cándida, más llena de ilusiones para el hombre, son los cincuenta años”.

      ─Luego te contaré un cuento al respecto ─le comenta Esfinge, asintiendo, aunque sabe que es el presente el que mueve montañas.

 

-90-

“Cada paso hacia el conocerse

es una zancada en la comprensión de los demás.”

 

      Para crear una cierta curiosidad Esfinge se hace un poco de rogar. Necesita el silencio de la aceptación de que por encima de la individualidad que cada uno parecía expresar en realidad eran Uno. El temor y la pre-ocupación surgen al no permitir la confianza.

      Amuyuni queda a la expectativa, procurando retomar una respiración acompasada y calmada, facilitando que sus espíritus se aúnen. Cierra los ojos y siente. Apreciaba el silencio y más veces de lo deseado pensaba a gritos. Los instantes se suceden. Volar no es sólo una cuestión de alas, las aves necesitan de unos buenos pectorales. Volar sin batir las alas es un ejercicio de entendimiento. Volar sin alas es fundirse con el viento y dejar que aflore el mago. Sabe que Esfinge continúa generando expectativas, para que valore el presente.

      ─Cuando Gandhi estudiaba en la universidad, un profesor, algo malintencionado le expuso un dilema: “Usted va caminando por la calle y se encuentra con una bolsa; dentro está la sabiduría y mucho dinero. ¿Cuál de las dos se llevaría?”. Gandhi sin pensarlo respondió: “¡Claro que el dinero!”. El profesor sonriendo le respondió: “Yo, en su lugar, hubiera cogido la sabiduría”. A lo que el alumno le responde: “Cada uno toma lo que no tiene”.

      ─¿Hay moraleja? ─le reclama Amuyuni.

      ─¿Seguimos juntos?

      ─Probablemente no es la impaciencia la que me hace apremiarte, sino el no terminar de aceptar el presente, el ahora.

      ─Te entiendo. Es el futuro el que te arrastra, con sus expectativas, generándote inquietud; la quimera del tiempo que te atrapa en el pasado o te quiere liberar ofreciéndote un espejismo al futuro. Como el prestidigitador, atrae tu atención hacia aquello en lo que quieres creer.

      ─”Conocerás la verdad y la verdad te hará libre” ─expone Amuyuni a manera de conclusión.

 



(Extraidos del Libro: “Hacia la sintonia con la esencia” de Miguel Oller Gregori)

Share by: