Extractos.-03-

Extractos.-03-

"Hacia la sintonía con la esencia"

      Este tercer libro sigue la estela del primero: búsqueda, consciencia, deseo, decisión. También su protagonista, Amuyuni, sintonizando a Esfinge, trata de entrever el grado de percepción, a través de los siete enigmas que le plantea la quimérica entidad. Trata de reconvenir a certidumbres, paradigmas y creencias dejándose llevar por la intuición al encuentro de esa sintonía con su Ser. Todo aprendizaje trata de llevar a la consciencia estados afectivos, conductas, actitudes, comportamientos, dando los pasos al reencuentro consigo. El desaprender es un despertar a valorar las motivaciones, los credos que las sostienen y el peso de las decisiones para continuar avanzando en el camino de la impecabilidad, al reencuentro con la Esencia. En ningún momento se intenta sentar tesis, ni adoctrinamientos. Cada cual es su mejor maestro; del Sendero cuida la Providencia.


“Es la fe en el camino,

la que hace que el camino se manifieste”.

P. Coelho




      Al cumplir los cincuenta años, recién estrenada su segunda juventud, alguien de su círculo, conocedor de sus inquietudes, de manera anónima, le regaló (sólo es un regalo si lo aceptas y es de tu gusto) un gran mural con un paisaje de la Esfinge de Gizah en primer plano y las pirámides de fondo. El tono suave anaranjado del conjunto resultaba alentador, sedante y sugerente.

      El trabajo introspectivo desde hacía veinte años y su iniciación a la alquimia del pensamiento, le permitió reconocer la causalidad del obsequio.

      En un primer momento intenta adivinar la autoría del singular presente, consciente de que nada ocurre por casualidad; el anonimato lo hacía si cabe, más enigmático. Durante unos instantes intenta descubrir el potencial motivo. Es consciente de que la intuición, esa llamada de la Esencia, puede llevar a escuchar el lenguaje de cuanto nos rodea y ocultos mensajes de mundos invisibles. Esa alquimia que arrastra hacia el entendimiento busca razones. El Principio de que todo pertenece a un Universo mental le apasiona, le impulsa. Conocedor de causalidades acepta sin reserva el presente y deja que las preguntas y sus respuestas vayan desenvolviendo los designios.

      La singular estampa le evoca innumerables connotaciones, enseñanzas, recuerdos… Le viene a la memoria el óleo que representaba a Napoleón a caballo, contemplando la Esfinge, enterrada hasta el cuello.

      Comienza instintivamente una detallada observación. La lámina es una sugestiva invitación al mundo egipcio y a su cultura ancestral y enigmática. Mil retales en su memoria intentan avivar esa llama provocativa.

      Había leído que las pirámides estaban dispuestas de acuerdo a las tres principales estrellas de la constelación de Orión, haciendo referencia quizá a sus orígenes, a un propósito todavía desconocido y no aceptado. En esas mitologías e historias, perdidas en el tiempo, había oído que, igual que otras culturas en diferentes lugares del globo, los fundadores fueron los atlantes, una ancestral civilización olvidada en las leyendas, muy avanzada tecnológicamente. Por qué, cómo y cuándo se construyeron las pirámides era un enigma, con qué propósito se erigió la Esfinge también.

      Entre las incontables teorías se especulaba que la cabeza fue una modificación posterior, dada la desproporción, alterando el chacal tumbado que representaba a Anubis, dios de los muertos, que vigilaba la planicie, por una cabeza humana.

      Quizás algún faraón optó por cambiar la cabeza del dios por otra… humana, consiguiendo la esfinge más grande conocida, intentando transmitir desde el púlpito que regentaba, poder, fuerza, sabiduría… De alguna manera se dispuso, siguiendo otros vientos del destino, que el chacal seria el dios de los muertos, pero la Esfinge velaría, vigilaría e iluminaría a los vivos.

      En la cultura egipcia las esfinges, con parte humana y animal, eran símbolos que representaban la unión y el equilibrio, integrados como Uno y Todo, lo terrenal y lo divino. Representaban la integración de fuerza y prudencia, instinto y comprensión, intuición e inteligencia; la unión del plano material, representado por la parte animal, con el espiritual, personificada por la humana. Dualidades hacia la aceptación con comprensión. Símbolos de poder, enigmáticos vigilantes de los templos, cunas del culto y del saber. Se dice que eran el mensaje visible del triunfo de lo humano por encima de lo animal, desplegando equilibrio, fuerza y armonía; protectoras de los templos, lo sagrado en Egipto, guardianas que vigilaban con atención, enviando su constante mensaje a la población: “sois humanos y dioses, encarnáis lo físico y lo espiritual, velamos por vuestra esencia, aunque los sentidos y las emociones os engañen”.

      Rememorando sus conocimientos sobre la mitología griega, la imagen de la Esfinge alada cobra vida. Recuerda que Hera, esposa de Zeus la envió para vengarse de las ofensas de la ciudad de Tebas. Se estableció en una de sus montañas para sembrar el terror. Allí la encontró Edipo, que resolviendo su enigma acabó con la maldición.

      En la Edad Media las esfinges simbolizaban el triunfo de la razón contra la fuerza bruta y de la inteligencia contra la irracionalidad.

      El planeo sugerido por el espléndido mural le lleva a otras consideraciones más ancladas a lo terrenal, como el de buscar el lugar idóneo dónde colgarlo. El momento intemporal de esa ocupación le distrae de sus cavilaciones. Poco después, sin propósito definido, se encuentra meditando frente a su Esfinge de Gizah.

      Su mente emprende un vuelo. Se deja llevar a los universos potenciales, sin propósito determinado, deslizándose por los recovecos quizás de la fantasía, o la imaginación. El entendimiento no busca protagonismo y deja libertad absoluta a que las incursiones en los mundos paralelos siga su propio peregrinar en busca de sentido a esa causalidad; propósito a cargo de la Providencia.

      En esa ensoñación intemporal la imagen de la esfinge egipcia cobra forma. No representa amenaza, ni parece al acecho, por lo que sus aprensiones quedan fuera de su escenario. No obstante la situación subyuga y un por qué acuciante parece querer abrirse paso. El silencio que envuelve la meditación invita a abrirse. La Esfinge se mueve, se acomoda; pequeños movimientos de cabeza parecen indicar querer salir del entumecimiento. Amuyuni intenta leer el mensaje no verbal. La curiosidad comienza un tímido aleteo. Esfinge estira el cuello, las patas… Sugiere los despliegues previos a un careo. Observa cómo todo se ralentiza a su alrededor. El escenario está vivo. Esfinge levanta la cabeza y le dirige su atención. Las miradas no pueden menos de cruzarse. Un sentimiento mágico establece un puente de empatía. No sabe cómo interpretarlo. Indaga en los propios posibles motivos que han seleccionado tal dinámico decorado.

      Pronto se percata de que es algo más que un mero marco para meditación; de nuevo el por qué busca abrirse a respuestas. “Las casualidades sólo son el desconocimiento de las variables o principios que sostienen el Universo”, escucha como un susurro.

 

      Sabe que Edipo y su Esfinge no han sido invitados. No obstante es consciente de la inmaterialidad de los ensueños que buscan hacerse hueco, sugiriendo, requiriendo…. Siente el ropaje del temor, de la ansiedad ante la incertidumbre…

      El tiempo se detiene cuando la calma que procede de su Esencia pretende equilibrar la provocación del encuentro.

      La vigilante de los templos, foros del espíritu, la Esfinge sin alas se integra en sus pensamientos. Sabe de su mítico origen, pero no rechaza ni desprecia su presencia por cuanto que la percepción de limitaciones son la antesala y la esencia del Universo. Su diálogo interno intenta justificar las razones del encuentro. Los porqués quieren abrirse al entendimiento por irracional que pretenda ser.

      Aseguran, se dice, que si a una abeja la depositas en un recipiente de cristal abierto, le cuesta mucho encontrar la salida. Revolotea hacia los lados, pero le cuesta descifrar que lo que observa es una realidad frenada por el vidrio. Al ser humano, asiente, le sucede otro tanto al intentar centrarse en ver lo que hay más allá del cristal, ignorando lo que le retiene, procurando desestimar, negar, incluso odiar, aquello que flirtea con su comprensión.




      En el Universo mental al que pertenece el conocimiento es una invitación a abrirse a lo imposible, a lo desconocido.

─Nos encontramos frente a frente, pero somos Uno ─le exhorta Esfinge, al requerimiento de su silenciosa e indecisa evocación.

      Durante unos segundos Amuyuni trata de identificar si no está hablando consigo, enmarcando una fantasía, una ensoñación. El sueño y la locura beben del mismo botijo y no por ello dejan de aplacar su sed.

      ─Acepto tus dudas ─insiste─. Soy Cielo y Tierra. Soy tan antigua como tú. Escrutamos las inquietudes. Nuestra misión es vigilar el proceso. Probar al ser humano, para saber si es merecedor de serle revelados secretos; poderes que lo liberen de la ceguera y los espejismos… de la ignorancia.

      ─¿Y para qué yo? ─le interrumpe Amuyuni─. No cuestiono tu presencia, ni la esencia del ensueño. Es posible que mi vacío genere el sendero, pero hemos prosperado tanto que recurrimos a cerrar las puertas de nuestras casas para poder sentirnos seguros.

      ─Mi presencia no justifica tus temores o inquietudes en tu camino. Soy el reflejo de tus recelos, pero también de tus deseos. Simbolizo audacia y prudencia. Por eso acudo a tu llamada. (…)




(…) Amuyuni entiende lo simbólico de la parábola y se la resume en su mente. Su Esencia le ha sugerido sutilmente estrategias para sobrevolar a través del pasado sin re-sentimientos, y planear con la mirada puesta en el futuro sin pre-ocupación. No necesita atrincherarse en su envoltura; llegó al punto de desplegar sus alas, permitiéndole sentir la ligereza de sus pensamientos desvinculándole de deseos disfrazados de necesidad. Siente una nueva conciencia. Es momento de dejarse acariciar por el sol y beber el néctar que se le ofrece. Deja paso a lo que le retenía al suelo: los prejuicios, la culpa, el temor… Vive el presente, nuevas energías le asisten. Se siente impregnado del poder de la comprensión. Comienza a deleitarse siendo Uno, integrado en el Todo.


Share by: