PENSAR EN VERDE
Se dice que el verde es el color de la sanación. ¿Es el verde la mezcla de la luz amarilla y azul? Al respecto, en cromoterapia, se establece que el azul es un color frio, por tal motivo su luz es antiinflamatoria, antipirética y antiséptica, ayudando a disminuir la presión arterial y por tanto, aliviando dolores de cabeza. También se acepta que, por su vibración, refresca aplacando emociones calientes, como la ira, la rabia o el enfado. Su contribución a equilibrar el fuego interno modera la exaltación, efusividad, pasión, vehemencia, ardor… El amarillo, que junto al azul intenta crear armonía, es cálido, estimula, contribuyendo a paliar y subsanar enfermedades que redundan en desánimo, apatía, falta de energía y depresión. Su nivel de vibración se dice que acelera los procesos digestivos, evitando problemas hepáticos y estomacales, derivados de fuertes emociones. Favorece estados afectivos en los que es necesario inculcar viveza, entusiasmo, animación, dinamismo, calidez…
Equilibrio es sinónimo de bienestar, salud; por el contrario, malestar, enfermedad. Cualquier desequilibrio, desajuste, conflicto, tiene una intención positiva: equilibrarlo.
Se cuenta en un periódico de la época que el príncipe alemán Otto L. Bismark, canciller de Alemania y artífice de la unificación alemana, figura clave en las relaciones internacionales durante la segunda mitad del siglo XIX, estuvo en el balneario de Marienbad, en Hungría, para una cura de aguas, con vistas a mejorar su salud, motivo por el que se acudía a estos recintos exclusivos entre la clase pudiente. Antes de empezar el tratamiento se hizo visitar por el doctor Schiweniger, que, en su cometido, le empezó a hacer preguntas sobre su estado de salud o posibles dolencias, tratando de gestionar de la mejor manera posible su bienestar. Hasta que Bismark, cansado del protocolo médico y del interrogatorio, le dijo que ya había contestado suficientes preguntas y que fuera al grano sobre lo que debería hacer para beneficiarse del manantial al que había acudido. El médico se limitó a contestar, sin rodeos, a su requerimiento sobre qué hacer: "Pues llamar a un veterinario para que os visite. Son los únicos que no hacen ninguna pregunta a los enfermos".
La enfermedad, como mensajero del Alma y del Espíritu, tiene un compromiso: llevar a la consciencia los efectos del malestar para que el individuo pueda rebuscar en las causas. Eludir al mensajero es apostar por la perturbación. Las emociones y estados afectivos desequilibrados requieren atención, para que la mente comience su cometido en busca de soluciones, desoír su lenguaje y apremio es apostar por la cronicidad.
La mayor parte de las veces son los síntomas los que preocupan por su relación directa con el padecimiento, dejando las causas por indeterminación, impaciencia o indisponibilidad de comprensión. Todo cumple un propósito. El entendimiento, como proceso cognitivo, es el nexo entre el cuerpo físico y el emocional, predisponiendo al cuerpo mental a brindar alternativas, equilibrio de recapacitar "con fundamento"… pensando en la luz verde de la sanación para caminar hacia la consciencia de la causalidad.
"Nada hay que haga sufrir al cuerpo
que no aproveche el espíritu".
G. Meredith
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